martes, 4 de junio de 2013

El color de las encinas

   He visto al encinar vestirse de oro viejo y esperanza con la luz veteada del último atardecer de mayo. Desafiando, arrogante de edad, desengaños y sabiduría, a la noche que inevitablemente habrá de engullirlo.
   Sabe bien que la oscuridad engendrará, con las miserias viejas y las ilusiones renovadas, otro sol y una nueva mañana.
  Que las estrellas tejen con sus aristas, alfombras soberbias de geometrías movedizas, donde se mece el perezoso lucero y se acunan los sueños.
   Y al alba, la brisa fecunda de primavera esparcirá sobre los troncos viejos y las hojas cenicientas toda la gloria de la primera rosa blanca de junio, abierta de par en par a la vida.
   A mi Rosa blanca de Junio.

lunes, 3 de junio de 2013

Señores de mi ciudad

   El señor Cid no es muy listo pero es bastante fuerte. El señor Cid no posee un pensamiento muy agudo; pero es temerario y muy fuerte. La genética, la buena disposición de sus padres al engendrarlo, el metabolismo y vaya usted a saber si algún dios hicieron del niño Cid un hombre tragón, molletudo y campechano. No sobrado de luces, pero cabezota y muy fuerte
   En sus años mozos, el señor Cid conquistó la Ciudad a mamporros. Algunos estómagos agradecidos le llamaron héroe y él se nombró Capitán General y Presidente de la Ciudad, y a sus parientes y agregados les hizo Generales y Ministros de los barrios de la Ciudad.
   Con el tiempo y tras unos escarceos fallidos el señor Cid casó a su hija mayor con el señor Cofre, y a su otra hija con el señor Delón.
   El señor Cofre no es muy listo pero es bastante rico. El señor Cofre no está sembrado de luces; pero es banquero y muy rico. La genealogía, la hacienda del padre,  los caudales de la madre y vaya usted a saber si algún papa hicieron del niño Cofre un hombre desahogado, egoísta y pudiente. Escaso de sesera, pero estirado y muy rico.
   El señor Delón no es muy listo pero es bastante guapo. El señor Delón no es una lumbrera; pero es elegante y muy guapo. El ADN de sus progenitores, los antojos de la preñez de su madre, el clima y vaya usted a saber si algún santo hicieron del niño Delón un hombre espigado, grácil y bonito. No un dechado de ingenio, pero apolíneo y muy guapo.
   Los señores Cid, Cofre, Delón y adláteres gobiernan a las gentes de la Ciudad. Antaño a mamporros, ahora con decretos a su medida y triquiñuelas legales que les permiten mantener su posición y aumentar sus fortunas.
   El señor Aristo no es muy fuerte ni muy guapo ni muy rico; pero es bastante listo. El señor Aristo es pobre pero muy listo. Los cromosomas, la naturaleza, la frugal alimentación, la angustia de las estrecheces, la dignidad del fracaso y vaya usted a saber si algún demonio hicieron del niño Aristo un hombre curioso, despierto y solidario. Mermado de accesorios pero muy listo.
   El señor Aristo no casó a sus hijas con señores muy fuertes ni muy ricos ni muy guapos. El señor Aristo vive en su casa humilde de un barrio pobre.
   El señor Aristo enseña Etica en la escuela y practica filantropía en la calle.
   La gran mayoría de los señores de la Ciudad no son muy fuertes ni muy guapos ni muy ricos; pero admiran, adulan y legitiman como sus representantes y regidores a quienes si lo son y desprecian sin miramientos su condición.
   El señor Aristo no tiene admiradores.
  La gran mayoría de los señores de la Ciudad no son muy fuertes ni muy ricos ni muy guapos; pero tampoco son muy listos.
   Señoras hay otras tantas. Unas pocas son muy fuertes, muy ricas o muy guapas; pero ninguna es General. El resto ni "señor" son en mi Ciudad.